En el casco Antiguo se concentra la esencia de la ciudad de Oviedo, de sus monumentos, de su historia y de su idiosincrasia. Pasear por sus calles, estrechas y renovadas, nos transmite el sabor y el aroma de la vieja ciudad; nos lleva, como si de un viaje en el tiempo se tratara, a sus orígenes en el siglo VIII, a su recinto amurallado, a la ciudad medieval, sede de los primeros reyes asturleoneses y último bastión de la Cristiandad, con la Catedral como gran centro sobre el que pivotaba la vida ciudadana. Unas calles que nos evocan la vieja Vetusta clariniana, muchos de cuyos edificios aún sobreviven, afortunadamente recuperados. Porque Oviedo ha savido conservar su patrimonio y mejorarlo con paciencia, artesanía y con una perfecta sintonía con el pulso actual de una ciudad moderna y cosmopolita.
Según la tradición, el rey Alfonso II, el Casto, fue el primer peregrino desde Oviedo a Santiago de Compostela, cuando se descubrió el sepulcro del Santo, en el siglo IX. Por eso, el centro del Camino de Santiago en Oviedo es la Catedral. La mayor parte de la Catedral, con el primer panteón Real de España, es del siglo XV, en ella predomina el gótico florido o flamígero. La Cámara Santa de la Catedral, es un relicario donse de guardan, admiran y veneran el Santo Sudario- el lienzo que según la tradición, cubrió el rostro de Cristo tras la crucifixión. y las cruces visigodas de la Vicoria y de los Angeles, símbolos de Asturias y de Oviedo.
Fuente: Making Media SL